Cuántas veces vamos a nuestra biblioteca y nos encontramos con algún libro cuyo lomo o páginas se han desprendido. La primera reacción natural es repararlo con lo que tengamos a mano: cinta adhesiva, cola vinílica o cinta de empacar. Y sin saberlo, causamos más daño del que pensábamos. En muchas ocasiones este daño es irreversible.